Sobre el ataúd de Marlon Píntag, de 18 años, se asentaban las camisetas de los equipos de fútbol que, orgulloso, defendió en su Cebadas natal.
En una habitación destinada a local, en la casa de su tío, se vela el cuerpo del joven que fue asesinado con cuatro puñaladas la madrugada del jueves 15 de julio, cerca a su vivienda, en Riobamba, la capital de Chimborazo.
Sus padres, Miguel Píntag y Tomaza Caiza, agricultores, no entienden qué pasó y cómo en un momento les arrebataron al último de sus hijos: el más pequeño, el chistoso, quien alegraba la casa con sus ocurrencias.
Lo vieron por última vez el miércoles 14, cuando fue a devolver los libros en su institución educativa. También quería conocer detalles de la ceremonia de graduación porque había culminado la carrera de Mecatrónica.
De ahí, indica su madre, fue a practicar deporte con familiares. «Han estado jugando, pero el hermano y los primos le dejaron porque no se cansaba del voley», añade. Solo volvieron a saber de él cuando los golpes a la puerta de la policía los despertaron para comunicarles la fatal noticia.
Según las autoridades, Mario fue captado por una cámara del ECU 911 tirado sobre la vereda; cuando los oficiales fueron a verificar, lo encontraron todo ensangrentado y fue trasladado hasta el hospital, pero nada pudieron hacer los galenos. Las puñaladas a la altura del abdomen y del pecho comprometieron sus órganos vitales y lo llevaron a la muerte..
Agentes iniciaron investigaciones donde se recogieron indicios, vestigios y dieron con dos sospechosos: un hombre y una mujer. Se maneja la hipótesis de que quisieron asaltar al muchacho y, al resistirse, lo hirieron de muerte. (PO)
Fuentes: Diario El Extra , 1er Impacto.